La desestacionalización turística. Una palabreja que hemos oído todos en boca de
tal y cual político. Inevitable cuando se habla de turismo, ineludible si habla
de futuro e impepinable en campaña electoral. Lo cierto es que pasan los años y
la palabreja en cuestión sigue siendo un mantra recurrente para cualquier
representante o aspirante a cargo público. Combatir la estacionalidad turística
es el reto de todos, que los turistas vengan también en temporada baja, no solo
en verano. ¿Será posible?
Pero la realidad es bien distinta y cabe preguntarse ¿quién
va a venir a destinos con todos los hoteles cerrados y por añadidura toda la
oferta comercial y de ocio de la zona? Si han paseado por Santa Ponça o Magaluf
han podido comprobar que son ciudades desiertas, o más bien, pobladas por
operarios en reformas de establecimientos varios destinados a la temporada
alta. Además de la falta de alojamientos y entorno en activo, volar a Mallorca
desde según qué ciudades desanima a cualquiera (escalas, horarios, precio…).
Así entonces cambiar este escenario para desestacionalizar es
complicado ante la falta de una oferta fuerte y amplia con implicación de todos
los agentes turísticos, además de incentivar la demanda con argumentos reales y
viables, ya que queremos vender un destino, no solo hoteles. Quizás habría que
acotar la palabreja y quitarle esa amplitud en el tiempo que no consigue
materializar por muchas estrategias o planificaciones realizadas. Razones para visitar y disfrutar de nuestro
municipio en invierno hay de sobra, quizás falta esa mayor implicación
empresarial, promoción en mercados turísticos no estacionales, un marketing más
original y hablar de campañas concretas olvidándonos de sonsonetes o palabrejas
que siguen sin dar resultados.
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